El Parlamento de España no es un saloom de western



Desde el día siniestro, para ellos, que el Partido Popular perdió una moción de censura ante una España asqueada de una corrupción impúdica y consentida (a menos que se admita la idiocia de multitud de sus dirigentes que han pasado por tribunales declarando que nunca supieron nada de nada) alguien decidió que la violencia verbal podía ser un buen sistema para volver al Poder. No era nuevo. Lo del “populismo” y “Venezuela” ha pasado ya a ser un clásico de las derechas pero exacerbar el nacionalismo de pandereta y bandera, que siempre sirve para cobijar otras cosas menos confesables, se presentaba como una opción publicitaria de éxito en tiempos de crisis.

Tras la caída de Mariano Rajoy, victima de su inmovilismo suicida que le hizo impulsar el independentismo catalán hasta cifras insospechadas, el cetro del PP manejado por Cospedal designó a Pablo Casado como sucesor y la joven y sospechosa promesa (por su curriculun) se aprestó al asalto de Moncloa, violencia de modos verbales y falta de educación mediante. El vocablo “golpista”, que en cualquier situación en una sociedad democrática debe administrarse con mucha prudencia, se sirvió a barra libre en garrafón.


De resultas de ello tanto el Partido Popular como Ciudadanos ya han dictado sentencia contra el independentismo calificando y sentenciando los acontecimientos del pasado año como “rebelión” y golpe de Estado en una maniobra similar a la que puso fuera de la ley a Herri Batasuna en su día en Europa, populismo de Estado puro que ya les salió bien en mas de una vez. Tanto repetir las cosas alguna vez la gente se las creerá aunque sean dudosas (rebelión) o falsas (algún periódico vasco), lo de las profecías autocumplidas es una cuestión que apasiona a los augures del César Pablo Casado, coronado de laurel de intenciones pero que no tiene a nadie detrás susurrándole lo fútil de las glorias y la vida humana, los romanos eran mas sabios. Si pasados los años se establece la verdad por el periodismo o la Historia ya dará igual. 

Por eso los españoles no tenemos acceso a multitud de documentos de la Guerra Civil, Calderón de la Barca y su honor deben tener la culpa siendo mas importante el parecer que el ser. El carlista Emilio Herrera dijo una vez en los 60 ó 70 que no podía acceder a los papeles de los consejos de guerra de carlistas del XIX, incluso siendo militar y el prestigio que tenía. El garantismo nos ahoga y el espíritu de las leyes se ignora.

 
Y entre las mareas de los escándalos diarios y el cañoneo de los insultos la cumbre, y no la menor, aparece con el sempiterno “golpistas” del que Casado y los suyos prometen no abjurar, no importa que el juicio no se haya celebrado, ellos son jueces y parte, nada importa sino ellos y sus disparates jurídicos de los cuales el Everest está en la famosa pregunta de si el Gobierno piensa indultar a los independentistas... Eso antes de sentencia firme. Exquisitos derechistas liberales y otras yerbas respetuosos con las leyes cuando ganan y que las pisotean cuando conviene, en ese caso la duda o presunción de inocencia no existen, y si la ley lo dice pues que le den a la ley que para eso ellos son “constitucionalistas” de lo más y los demás marcianos. Ni siquiera cuando se les ha recordado la opinión de hace años del famoso Trillo sobre el concepto de rebelión, opuesto a la tesis de Casado y Rivera.
 
No parece por los vídeos que el independentista haya escupido a Borrell, pero el viejo conocido ha decidido hacerse virgen y mártir a su edad. En cualquier caso uno y otro avergüenzan al Parlamento y quienes les ovacionan dan idea de la triste realidad de nuestra democracia, ovejas sin opinión que obedecen ciegamente y repiten como loros las consignas de los líderes que ni siquiera son suyas.

No es consuelo que en otros parlamentos del mundo puedan pasar cosas peores. Sencillamente porque importa lo nuestro. ¿Cuando habrá partidos políticos en España con respeto y fair play con los adversarios? Para sentarse por si tarda.