Novedades en el procés


Recientemente el diputado de ERC Joan Tardà ha declarado que para el problema catalán solo hay una salida plebiscitaria pero con dos alternativas: la secesión o una nueva relación estatutaria. Ello significa una novedad imposible de ignorar. La alternativa a la estricta independencia ha sido propuesta y no es prudente, no lleva a ninguna parte sino al empeorado anquilosamiento del conflicto, pacifico de momento pero conflicto en definitiva, ignorarla.

Entender la propuesta de Tardá significaría una aceptación positiva de la existencia del ya gravísimo problema, y muy especialmente el cambio de posicionamiento por parte del Estado hasta hoy encerrado en su propia falta de imaginación y, si se quiere, de generosidad. Responder con la dura aplicación de la Ley a una cuestión en principio política ante una reivindicación antigua y nunca tratada mediante la comprensión ha desembocado en la situación actual aceleradamente precipitada a partir de 2010.

Los hechos son lo que son y si hay una salida política en caso alguno debió optarse por la vía coercitiva policial y judicial como única norma de solución. Hoy la sonda –que de momento es solo una sonda en forma de personal opinión- lanzada por Tardà infunde esperanza. Porque también y de forma muy señalada lo que puede quedar en una propuesta particular abre la puerta a otras opciones, por ejemplo la nuestra, la carlista. ¿Solo puede existir esa alternativa en una posible consulta, secesión o revisión y ampliación del estatuto?. La primera no es deseable, y la segunda constituiría una simple postergación del problema por cuanto se trataría en definitiva de un aparcamiento y hasta una regresión del problema porque un estatuto siempre quedaría supeditado en su origen y en su práctica –permanente espada de Damocles del 155- al constitucionalismo condescendiente con la autonomía o, en todo caso, a una reformulación federalista que por su propia naturaleza es una variante del autonomismo al ser producto y depender de una Constitución previa y superior.

En una posible consulta a las dos opciones de Tardà habría que unir la carlista (la carlista por ser el Partido Carlista el único que de forma continuada y sin matiz alguno la propone), es decir la Confederal que parte del inequívoco principio de completo respeto a la soberanía del pueblo a que concierne. Una consulta, un referéndum en el que fueran tres las opciones –mantenimiento del autonomismo actual, independentismo y ejercicio de soberanía en confederación-  el resultado sería muy difícil, prácticamente imposible, que se decantara por la secesión, y no solo por la división del voto ante la opción intermedia de ejercicio de plena soberanía en libre confederación sino muy especialmente porque esta última podría imponerse por constituir un disfrute de las mejores posibilidades: soberanismo y  permanencia de colaboración en un mismo marco político, confederal, de pleno y libre entendimiento.

El Estado, el gobierno español, necesita urgentemente actuar y no precisamente decretando un indeseable permanente estado de excepción en la democrática UE en aplicación del 155, sino ante el nuevo escenario que ahora mismo ya significa el masivo amparo internacional a Kosovo tras la desautorización del Comité Olímpico Internacional al estado español respecto a no reconocer ese nuevo estado. Un precedente gravísimo respecto al problema catalán, que con ello obtiene un aval de segura utilización. O el Estado español actúa con celeridad, generosidad e inteligencia o la situación puede ser muy grave. Nuevamente hay que repetir que la permanente propuesta carlista de la Confederación es la solución idónea.