50 Aniversario de la Valvanera Carlista
Los
"secretarios" de Carlos Hugo, los mismos que encabezados en 1955 por
un hoy recientemente fallecido Ramón Massó, y que junto con otros chicos de la
burguesía especialmente bilbaina habían convencido a Carlos Hugo para que se
implicase en el intento de reinar en la monarquía diseñada por el dictador, ya en
1964 habían llegado a la conclusión de que definitivamente el proyecto a favor
del hijo de Don Javier de Borbón Parma era imposible y en consecuencia
abandonaron a quien de forma irresponsable
habían embarcado en tan inútil aventura. Una avanzada conclusión que
cuatro años después, en 1968, se conocía
aún no oficialmente, pero sí con total certeza, que Franco estaba decidido a
hacer la pública, la definitiva designación de Juan Carlos como su sucesor al
frente de la prefigurada España que soñaba y deseaba tener asegurada para su
posterioridad. El sueño de Carlos Hugo en su aspiración inicial se desvanecía,
había concluido pero el desarrollo del proyecto político alentado por toda una
generación de estudiantes y obreros en el partido carlista aún subyugaba a
Carlos Hugo o lo consideraba de gran utilidad para su no extinguida ambición
personal. . La aspiración al trono era ya algo que quedaba descartado, pero no
el protagonismo y juego partidista, y es por ello que Carlos Hugo se cuidaría
en no aparecer como "rey" legitimo tras la abdicación de
su padre en 1975 y sí como "presidente" de un partido. Conseguir
el poder, hacer realidad el sueño en que se había involucrado once años
antes solo podía lograrse por métodos estrictamente políticos encabezando
o, en cualquier caso, implicándose en el renacida oposición democrática al régimen.
Pero aunque el
proyecto podía ser posible, la continuada relación que Carlos Hugo había
mantenido, o simplemente intentado, con el
régimen mediante el inútil y hasta ridículo colaboracionismo mantenido
desde 1956 y a cargo de Valiente, entre otros viejos figurones
"tradicionalistas", constituía una pesada carga de la que había que
desprenderse para tener una cierta aceptación en el variopinto frente de
oposición con incrementada actividad en el exterior. Se hacía
imprescindible una terminante y publicitada "ruptura" con el régimen.
El mejor sistema
era, sin duda, provocarla, y que no fuera tan solo algo puntual y personal,
como una nueva expulsión del propio Carlos Hugo que hubiera significado
tan solo una fugaz anécdota sin la repercusión mediática pretendida. Ante
ello, y manteniéndose la idea de la expulsión, se hizo venir a España
a Don Javier y a su esposa Dª Magdalena que se alojaron en Villa
Covadonga, una mansión en el madrileño Parque del Conde de Orgaz, en las
afueras de Madrid, que en aquel tiempo era la residencia de Carlos Hugo y de su
esposa Dª Irene. Allí recibieron a determinados carlistas y se preparó el
montaje de la operación.
¿En que
consistiría tal provocación?. Evidentemente no podía ser "extraña" al
centenario reivindicacionismo carlista, y lo mas autentico y permanente
era lo territorial, ¿tal vez una nueva jura de fueros?, pero ya Don Javier
había jurado los vascos en Gernika, y
ello en dos ocasiones, y también los de Catalunya, y hasta les
Llibertats de les Illes Balears; hacerlo en Navarra tampoco sería
conveniente, había que salir del habitual escenario. La Rioja reunía otra
característica nada desdeñables: carecía de reivindicacionismo autonómico
conocido, con lo que cualquier acto en tal sentido tendría teóricamente
una mayor repercusión mediática por lo insólito. Se pensó en declarar a
tal territorio “región autónoma”, algo sin excesiva carga política pero que
debería ser una provocación para el régimen, como así ocurrió, y que sirvió de
justificación para lo pretendido.
Tal planificación
contaba confidencialmente con el conocimiento de responsables del entonces
ministerio de la Gobernación gracias a determinados contactos personales de un
familiar de quien controlaba políticamente el partido y ese contacto sería
importante, decisivo, para igualmente diseñar las subsiguientes -y
deseadas- consecuencias que se buscaban.
El acto de
declaración de La Rioja como región autónoma, y al que asiste toda la familia
real carlista, se celebra en el monasterio de Valvanera el 15 de diciembre
y el gobierno no reacciona fulminantemente sino que esperará al siguiente
día 20 para ordenar la expulsión de Carlos Hugo, lo que
provoca la inmediata reacción oficial de la Junta Suprema
del partido y varias manifestaciones de protesta, siendo la mas
importante la de Pamplona, así como pintadas y carteleria pegada por los
GAC (clandestinos Grupos de Acción Carlista)
En Madrid
permanecieron, además de Dª Irene, los padres de Carlos Hugo y sus hermanas,
era necesario mantener la tensión y que el gobierno procediera con nuevas
medidas que ahondasen la ruptura y, a ser posible, que las mismas a
adoptar por el gobierno se produjeran en el señalado tiempo de la
Navidad (por tal motivo ya se había programado el acto para esos días). El gobierno, que detectó el plan,
esperaría a que pasase la primera parte de la importante celebración
religiosa y familiar y no actuaría contra Don Javier y esposa hasta el día
26 ordenando también su expulsión. La noche anterior a hacerse efectiva, el
matrimonio fue acompañado en el domicilio de Conde de Orgaz por varios
carlistas, pero de las hijas tan solo estaba María de las Nieves que allí
permanecía junto con Dª Irene, María Teresa había desaparecido
("marchó a la peluquería", fue la pueril razón dada).
A la mañana
siguiente los padres de Carlos Hugo marcharon por el aeropuerto de
Barajas hacia Francia. Un grupo de carlistas acudirían también para
acompañarlos produciéndose una vergonzosa actuación de la policía
gubernamental, los "grises", que habiendo obligado al anciano
matrimonio a esperar a pie firme los trámites del embarque sin ningún tipo de
atención a su edad y fragilidad (especialmente de Don Javier) cuando
vieron la emocionada atención de que eran objeto por los carlistas
decidieron actuar contra los padres de Carlos Hugo empujándolos bárbaramente
para que pasasen el torniquete de entrada motivando la reacción de
los carlistas que se enfrentarían a los agentes. Por fin, el anciano
matrimonio acompañado por su hija María de las Nieves pudo acceder al
avión de la Air France que los llevaría a Paris.
La
escenificación de la ruptura con el régimen había concluido, pero siempre
pesaría sobre Carlos Hugo su larga etapa de aspirante a título de
rey como sucesor de Franco. Tan solo la espontanea depuración y
evolución ideológica de las bases jóvenes -estudiantes y obreros- del partido
iniciada a partir del curso 1955-56, y la contundente actuación de
los GAC y otras organizaciones similares que pagarían con numerosos procedimientos
judiciales y condenas de cárcel la limpieza del honor - tan
mancillado con el "colaboracionismo"- y el
simultaneo fortalecimiento ideológico del partido haciendo
creíbles los planteamientos
programáticos adoptados en los últimos tiempos por un Carlos Hugo
errático que tras varios años de búsqueda de una razón coherente para la
actuación política con desesperadas depuraciones y expulsiones que solo
provocarían perjuicio al partido al fin lo abandonaría en 1980 de
forma injustificada, sin dar razón alguna, tras perder
estrepitosamente las elecciones de marzo de 1979.
Una
triste historia de difícil
reivindicación.