Nuestra mediocre realidad


Padre, te he defraudado pero no quiero que me desmonten
El esperado día de las elecciones generales al Congreso y al Senado al fin llegó, entre el temor de la derecha  consagrada en el partido fundado por Fraga -el  antiguo ministro de Franco- ante la vislumbrada certeza de que la corrupción iba a pasarles factura, y los indisimulados temblores de un tal  Sánchez, un buen chico éste que cualquier madre desearía  como yerno, seguido de cerca por un figurante avispado “ciudadano”  ducho en vender pólizas de seguros. 

 Aparte estaban los demás actores de reparto a escala estatal y los soberanistas de varia etiqueta  que indesmayablemente tienen aún mucho por ganar en su centenaria reivindicación.  Este era en líneas generales  el panorama de cara a la convocatoria del pasado día 28. Pero ¿y Podemos?. Iglesias, hombre inteligente, en tándem con la aún mas inteligente Montero, su compañera, tras haber detectado que las prisas y las exigencias bisoñas son malas prácticas, atemperó sus exigencias de no hace tanto y hasta reivindicó la aplicación de la Constitución del miedo, sí aquella que se aprobó bajo el ruido de los sables. Este era el panorama con las mimbres del variado cesto electoral .

Y venció, en un triunfo pírrico que ni ellos mismos tenían seguro, el partido que hace 140 años había fundado el “honrado cajista”. ¿Pero realmente ha sido un merecido triunfo?. Esa es la pregunta y envite para un rápido análisis de tal victoria.

Si empezamos por Sánchez es necesario recordar su momento mas crítico cuando la chapuza de la votación interna en Ferraz; también lo de su impresentable “doctorado” (en justa consonancia con el de Casado, entre otros -¡que país y que universidad, Dios!-) y muy especialmente sus promesas con infantiles e inmediatos retractamientos. Un hombre -¡un presidente de un extenso territorio de la UE!- al que ha descrito con suprema ironía mediterránea la prensa italiana, -“Pedro il bello”-, porque esa es la única bondad que le han encontrado. Un candidato que tras un segundo y definitivo debate no apareció para dar la cara a los medios sino que lo dejó en manos de su segundo, el “factótum” Abalos, para que explicara lo que él había dicho, lo que había dejado de decir o decir lo que a él ni se le había ocurrido.

Y si es así ¿cómo ha logrado Sánchez el triunfo?. En primer lugar habría que examinar lo de tal triunfo, porque realmente él no ha triunfado sino que no ha habido mas remedio o salida que permitir su triunfo, o como se quiera llamar, a lo de que siga en la Moncloa.  Quien realmente ha vencido ha sido el miedo y eso solo es mérito del invento de Santiago Abascal, el antiguo patrocinado de Esperanza Aguirre y consumado beneficiario de uno de los chiringos políticos de su jefa.

Pero bajemos a la realidad. ¿El peligro de éste (antes a estos tipos se les calificaba de “paniaguados”) es por la audacia de sus propuestas, por el reto a los explotadores, por su defensa de los explotados, por abordar los problemas reales de la sociedad española?. La respuesta que la obtenga cada uno. Pero le resultará imposible hallarla en las reivindicaciones de Abascal y sus amigos de apellidos esplendorosos: caza, toros, Semana Santa, servicio militar obligatorio, educación de la juventud en los ideales eternos de Cisneros y de Franco… e imperial “palo y tentetieso” para resolver definitivamente problemas como los de Catalunya o Euskadi, entre otras espléndidas propuestas que a algunos les rejuvenecen en vivencias de hace mas de cuarenta años.

Es a ellos a quienes debe el triunfo Sánchez, pero también Urkullu, Junqueras… con participación popular de record nunca conocido. Pero seamos justos, el agradecimiento de tales triunfadores también ha de ser compartido por un personaje de fácil calificación, y para ello hay que mencionar a José María Aznar, sí al mentor supremo de Casado, el que le ha inspirado y, muy especialmente, ha sido su guía política, su director espiritual y consejero de que airease la bandera bicolor, invocase las glorias nacionales y amenazara, al igual que Abascal, con la ley marcial para enderezar a los catalanes, los vascos y cualquiera que se saliera del esquema de las glorias de los siglos áureos. Y eso, además del lastre de la corrupción, es lo que ha hundido al PP de Casado, porque realmente, prudentemente, Aznar debería de haber estado al margen del PP y, en su lugar, haber acaudillado a la mas descarada ultraderecha abascaliana, cumpliendo en definitiva sus íntimos sueños, los de uno y los de los otros, coincidentes en sus particulares mitificaciones, recuérdese, indiciariamente, la pose de Aznar vestido de Cid Campeador en la barbacana de un castillo y compárese con Abascal a caballo como nuevo caudillo de la eterna España. De tal enfebrevecido sueño fue muestra de indiciaria grandeza el inicio de la campaña en Covadonga, en un sueño que, ingratamente para ellos, ha pasado de ser un  avasallador galope hasta la victoria a un ejercicio de simple y vulgar “resistencia” en una cámara democrática, según ha terminado reconociendo, ¡ay!.   

Pero todo lo anterior es una simple y particular espuma en un baldío ejercicio de análisis político, tal cual que si estuviésemos examinando las elecciones en un país verdaderamente democrático, libre y con entidad propia, independiente y respetuoso con la voluntad de sus ciudadanos. 

Pero desgraciadamente no es así, que nadie se haga ilusión alguna, y para despejar dudas ya ha levantado el dedo “sugerente” la directiva del Banco de Santander que “aconseja” alcanzar pactos con Ciudadanos. Así pues olviden todo lo anterior y que cada cual siga con su caña, su moza/o y bajo el sol, mas o menos  lo que siempre han recomendado Sabina, Serrat o Manolo Vicent.  En este territorio no ha vuelto a pasar nada.