¡ AY, MI CODO!
Desde siempre he sabido que mi
codo servía para mucho más de lo que uno se imagina. Cuando los libros en la
mesa de estudio se convertían en una autentica pesadilla a memorizar, una voz a
la espalda decía “codos, codos, o no llegarás a nada” y con la infantil
angustia de llegar a ese nada, repetía hasta la saciedad la lista de los hijos
de Israel, o la dinastía de los Austria, loro inocente que no pretendía más que
cumplir como buena niña.
Años después, muy pocos, saliendo
del cascaron aún, me di cuenta de un nuevo significado para mi codo, el mío y
el de las que como yo habíamos decidido pasar a un estrato en la sociedad
superior al que debíamos ocupar en cumplimiento de buenas enseñanzas, habíamos
decidido crecer, ser libres, decidir, tener un YO con mayúsculas, sin nadie que
aclarase más.
Abrirse camino en un mundo
masculino y paternalista, difícil y lo aun peor, teniendo de frente una legión
de mujeres que en su comodidad unas y su ignorancia otras, entendían que el
papel de la mujer no podía ser más que el que ya tenia marcado. Así, sin
agruparnos, aisladamente, pero formando un ejercito cada vez mayor y silencioso,
comenzamos a trepar por todas las Facultades no solo Filosofía y Farmacia, a
ocupar puestos de poca importancia en la Administración y las empresas, un
ejercito que tuvo que buscar muchas veces su propia arma defensiva para
permanecer o crecer: el codazo.
Descubierto lo que ya los hombres
usaban, el codazo nos comenzó a servir para apartar al listo que creía todo el
monte era orégano porque te permitías salir de los cánones marcados, nos sirvió
otras veces para ejercer la fuerza necesaria que nos hiciera visibles y
decididas, incluso, en los ambientes mas progresistas para dejar claro que
nuestra voz muchas veces era mas profunda, sensata, agresiva, directa…. Y con
ese codo comenzamos a salir del pozo.
Ese comienzo abrió las puertas a
otras generaciones que aun tienen mucho que lograr, unas de un modo y otras de
otro, han decidido que un día al año, 8 de marzo, es el gran momento
identitario, la gloria alcanzada por la mujer, el griterío, el color morado, la
frase hecha…..,¿Y?
La lucha no es solo eso, no puede
ni debe reducirse a una festividad anual, que es lo que realmente significa
para demasiadas, La lucha empieza cuando reconoces al compañero o compañera y
al enemigo e incluso a la enemiga, y planificas tu trabajo diario, tu hoja de
ruta, haciendo poco a poco que el respeto a tu labor a tu servicio a la
sociedad, se convierta en el mejor elogio que puedan dirigir a todas y cada una
de nosotras
Seguras de nosotras mismas, no
necesitamos ángeles custodios, somos nosotras las que marcamos nuestro camino y
lo vamos asegurando con decisión, para que las otras que vengan detrás no
tengan que terminar con el codo hecho polvo, como yo, de tanto abrir caminos que,
si analizamos bien, solo son muros de papel fáciles de quemar.
Así púes, celebremos el 8 de
marzo con entusiasmo, ese 8 de marzo de 365 días y muchas veces morados de
cardenales, los que nos va dando la vida y algún animal suelto de los que
tantos quedan.